Ansiedad e insatisfacción vital

Ansiedad e insatisfacción vital

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Cómo identificar la ansiedad

Hay momentos en los que caemos en la cuenta de que vivimos con prisa pero que si nos preguntaran adónde queremos llegar, no tenemos ni idea.

Si compartes esta experiencia, puede que también venga acompañada de una sensación de ahogo en el pecho y la garganta, de que el corazón se te acelera; quizá tengas dificultades para dormir, a pesar de sentir mucho cansancio durante todo el día, o al contrario, no encuentres las fuerza para levantarte de la cama. Incluso puede que te sientas con baja autoestima, con la sensación de no poder con todo.

Además, puede que todo este cúmulo de malestar te haga sentir que ya no disfrutas las cosas que antes te hacían sentir bien, que te sientas en una espiral de confusión y desgana, en la que te cuesta encontrarle un sentido a la vida.

Me atrevo a preguntarte una cosa: ¿alcanzas metas y logros que crees que te harán feliz pero, una vez llegas a ellos, continúas sintiendo que no es suficiente para alcanzar el bienestar?

Todas estas experiencias pueden venir de muchas fuentes: la presión social, la autoexigencia, el descuido del mundo interior por vivir en piloto automático, o el miedo a la incertidumbre, más ahora en la difícil situación geopolítica que estamos sufriendo.

Trabajar problemas de ansiedad en terapia

Sea como sea, estas sensaciones funcionan como una alarma: te están indicando que algo dentro en tu interior no va bien y que probablemente necesites bajar el ritmo, observar tu experiencia y re-evaluar el camino que has decidido seguir. Incluso, pueden llevar a plantearte: ¿has decidido un camino propio o te ha sido dado?

En terapia podemos deshilar todas estas sensaciones y darles la forma que nos sirva como motor para la construcción de un camino que esté más cerca de tus propios valores, mediante un enfoque que permita alinear lo que sientes, lo que piensas y lo que haces.

«Lo más importante en la vida es que lo más importante sea lo más importante.»

Stephen Covey

Dudas frecuentes sobre Ansiedad e insatisfacción vital

El estrés es una sensación desagradable que tiene síntomas:
  • físicos (palpitaciones, opresión en el pecho, dolor de cabeza o de tripa, etc.),
  • cognitivos (pensamiento acelerado, falta de concentración, pensamientos negativos intrusivos) y
  • conductuales (procrastinación, necesidad de evasión, o bien miedo a parar y no hacer nada productivo, etc.)
 

El estrés surge como respuesta ante una tarea o situación vital del presente para la que nuestro organismo siente que no tiene los recursos suficientes para hacerle frente con éxito y por tanto considera que hay un peligro potencial de fracaso.

Por otra parte, la ansiedad comparte la mayor parte de síntomas (físicos, cognitivos y conductuales) pero el origen es distinto a la respuesta de estrés. En este caso, la ansiedad surge de forma más difusa, el cuerpo siente que hay un peligro y por tanto se activan todos los mecanismos de alarma, pero conlleva el añadido de que la situación es más incierta, no sabemos bien qué es a lo que el cuerpo trata de enfrentarse y tiene más qué ver con la anticipación de los posibles riesgos del futuro.Veamos algunos ejemplos:

  • Una persona que tiene mucha carga de trabajo podría sufrir estrés al sentir (consciente o inconscientemente) que no tiene los recursos suficientes (tiempo, capacidad, apoyo, etc.) para sacarlo todo adelante. Sería una respuesta de estrés porque el supuesto peligro es algo concreto y está sucediendo en el presente.
  • Una persona que nota una cambio de actitud negativo en su jefe e interpreta este cambio de conducta se debe a que su jefe está descontento con su trabajo y que una posible consecuencia podría ser el despido, por lo que podría sentir ansiedad, ya que esta idea supondría la anticipación de un posible peligro futuro.

La ansiedad no es una enfermedad, sino un síntoma, es decir, una consecuencia de otra cuestión más profunda. Si bien las causas de la ansiedad pueden ser múltiples y lo más probable es que no seamos conscientes de muchas de ellas, iniciar un proceso terapéutico en el que detectar su base y sus disparadores puede ayudarte de forma muy beneficiosa y alcanzar una calidad de vida basada en la claridad y la paz mentales.

En ocasiones no podemos permitirnos económicamente asistir a terapia de forma regular, de modo que me gustaría ofrecerte un dossier con algunas técnicas que podrían ayudarte a gestionar de forma autónoma el momento que estás atravesando.

El ataque de ansiedad supone un momento crítico de gran sufrimiento en el que los niveles de ansiedad suben de forma muy rápida e intensa, lo que se conoce como un pico de ansiedad.

El ataque de pánico supone tener un pico de ansiedad, es decir, con los mismos síntomas, solo que en esta ocasión la persona no sabe que los síntomas que tiene proceden de una respuesta de ansiedad o piensa que pueden ser dañinos, incluso letales (como por ejemplo temor a sufrir un infarto) por lo que se suma una sensación de pánico, de miedo a los propios síntomas, que a menudo el efecto que acarrea es la retroalimentación de los síntomas y la sensación de falta de control sobre el cuerpo e indefensión total.

Este tipo de ataques conllevan un gran malestar para la persona, pero con un tratamiento psicológico adecuado se pueden obtener herramientas para aumentar la sensación de control y llevar a cabo una gestión sobre los mismos, de forma que cada vez ocurran de forma menos frecuentes y/o menos intensa, hasta que finalmente remiten en su totalidad.

Los ataques de ansiedad o de pánico son como la punta de un iceberg, es lo que se ve pero realmente el problema está debajo de la superficie, en un entramado de cuestiones de las que no somos conscientes, por lo que lo recomendable es realizar un proceso terapéutico que te dé herramientas para gestionar los momentos de crisis pero que también puedas trabajar en las causas que las disparan.

No obstante, algunas cosas importantes a tener en cuenta para lidiar con un ataque de ansiedad o de pánico son:

  • Tener presente que los síntomas que sientes son una respuesta natural del organismo. Tu cuerpo se siente en peligro y entonces pone toda la maquinaria en marcha para protegerte. Estos síntomas no son peligrosos.
  • Repite mentalmente como si fuera un mantra: lo que siento no va a dañarme, solo quiere protegerme.
  • Es muy importante que sepas que sí se pueden gestionar estos picos aunque sientas que no hay control ninguno sobre ellos.
  • Para ayudar a tu cuerpo a reducir la hiperventilación, sigue los siguientes pasos:

 

    • Aunque sientas que te vas a quedar sin aire y por eso respiras rápido e intensamente, lo que necesitas es hacer todo lo contrario. Trata de respirar lento.
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    • Técnica del cuadrado: Imagina un cuadrado. Vamos a rellenar los cuatro lados del mismo 1) inhalando, 2) dejando una pausa con el aire retenido dentro, 3) exhalando y 4) dejando una pausa sin coger aire:
      1. Inhala lentamente durante 4 segundos…
      2. Mantén el aire durante 4 segundos…
      3. Exhala durante 4 segundos…
      4. No cojas aire durante 4 segundos…
      5. Repite este ciclo durante 8-10 veces. Probablemente, al finalizar ya no sentirás tanta agitación ni tan intensamente que te falta el aire, y tu ritmo cardiaco así como los pensamientos negativos se habrán suavizado.
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