Trauma complejo

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¿Qué es el Trauma Complejo?

Hablamos de trauma complejo cuando una persona ha vivido en, o desde, su infancia experiencias repetidas o prolongadas de múltiples formas de abuso o maltrato.

Una de las circunstancias que vuelven este tipo de situaciones potencialmente traumáticas es que, al suceder en reglas generales en la infancia, ocurre en circunstancias donde el escape no es posible debido a limitaciones de maduración, físicas, psicológicas, familiares, ambientales y sociales.

Otra característica fundamental de este tipo de trauma que está presente tanto en su etiología y como en su tratamiento, es que el daño es interpersonal, es decir, ha sido provocado por una o varias personas, a menudo significativas para la persona, como algún familiar, amigo/a o profesor/a.

Por este motivo, el proceso terapéutico que ofrecemos desde Llum Psicología es un espacio interpersonal seguro y afectuoso, en el que elaborar tu historia a través del trabajo y cuidado del propio vínculo terapéutico. Como dice el psicoterapeuta Raimundo Guerra Cid: el trauma se genera en relación y se restaura en relación.

Trabajar el trauma complejo en terapia

El trauma  supone lo indecible, la emoción que no se puede explicar con palabras y, también, aquello de lo que no se habla, aquello que es tabú, que da vergüenza, miedo o culpa. El trauma es la autocensura de la experiencia.

Además, como el recuerdo suele estar fragmentado, es difícil crear un relato del mismo. Lo que no se puede narrar, tampoco se puede pensar con claridad y lo que no se puede pensar, no se puede transformar. El trauma se vuelve una piedra en el corazón.

El objetivo de la terapia es que de forma conjunta podamos poner palabras y crear un relato de lo que ocurrió integrando todos los recuerdos, emociones y sensaciones, para transformarlo en una experiencia más saludable que te permita tener una vida plen.

«Las raíces de la resiliencia deben buscarse en la sensación de ser comprendidos y de existir en la mente y en el corazón de otra persona amada, sintonizada y dueña de sí misma.»
Diana Fosha

Dudas frecuentes sobre Trauma complejo

En la actualidad hay mucha confusión para definir lo que es un trauma psicológico. Te propongo que en esta ocasión diferenciemos dos tipos de trauma:

1) La vivencia de un acontecimiento único que te ha podido desbordar física y emocionalmente. Por ejemplo, la experiencia de un accidente de tráfico, un ataque terrorista, un desastre natural, una violación, o una agresión física, entre otros tipo de experiencias adversas que suponen un evento único. En este tipo de circunstancias, podríamos entendernos hablando de lo que quizá has oído nombrar como síntomas por estrés postraumático.

2) Una serie de vivencias prolongadas en el tiempo con comienzo desde la infancia, que han ido erosionando tu salud física y emocional, e incluso han podido influir en cómo es tu personalidad o la construcción de tu identidad. En este tipo de circunstancias, hablaremos de lo que se conoce en psicología como trauma complejo.

El trauma es una experiencia que emocionalmente nos desborda. No importa tanto si objetivamente ha sucedido algo «grave», ya que esa calificación sería un juicio de valor que podría invalidar tu experiencia, por tanto que lo que nos importa es cómo lo hayas vivido y sentido tú.

Independientemente de lo que haya pasado, un acontecimiento se vuelve traumático cuando el cerebro no puede procesar lo ocurrido porque interpreta que es tan intensamente peligroso o doloroso que el funcionamiento normal se colapsa, es como si se bloquease, como un corte de digestión.

La fenomenología del trauma es muy compleja, aunque podemos decir que una vivencia habitual suele ser la fragmentación. A grandes rasgos, lo que ocurre ante un acontecimiento traumático es que la experiencia se registra fragmentada:

  • Por un lado se registran las sensaciones físicas, por ejemplo, de activación fisiológica, como las palpitaciones, el temblor, la paralización;
  • por otro, las percepciones sensoriales como el tacto o los olores, o alguna imagen concreta;
  • por otra parte, las emociones de terror, pánico, angustia, dolor, pena, vergüenza, culpa…
  • y por otra parte, el recuerdo en sí de los hechos que ocurrieron, que muchas veces se recuerda borroso, con lagunas o directamente no puede recordarse.
 
Esta fragmentación es el resultado de nuestro cuerpo tratando de protegernos, pues incluso antes de que podamos tomar consciencia, el cuerpo considera que es una experiencia (o varias) tan sumamente dolorosas que resultan inasumibles para ese preciso momento.
 
El objetivo de la terapia es ayudar al cuerpo a poder auto-regularse y permitirse regularse a través de otros, fomentando vínculos saludables e integrando recursos de afrontamiento,  ensanchando la resiliencia que todo ser humano posee.

Para protegernos del dolor, el cerebro en muchas ocasiones disocia lo ocurrido o lo almacena con lagunas o con la sensación de que le ocurrió a otra persona. No acordarse de lo ocurrido o tener dificultades es algo normal que ocurre con frecuencia.

Además, por la intensidad de lo ocurrido, no se suele formar un recuerdo completo que integre lo que pasó, con lo que se percibió y se sintió, sino que existe la sensación de que cada cosa va por un sitio, como si los distintos aspectos de la experiencia no estuvieran conectados entre sí.

Lo que suele caracterizar la vivencia traumática son las huellas emocionales: esas emociones o sensaciones físicas o sensoriales que se han guardado en la memoria de forma aislada y que se reviven con fuerza ante un disparador, es decir, ante una situación o elemento, que podría ser una persona en concreto, una palabra, un roce, un olor, cualquier cosa que recuerde a la experiencia traumática original.

No importa los años que pasen, las sensaciones físicas y emociones que son disparadas por algo relacionado se reviven como si lo que es pasado fuera presente, sin atender a razones.

Por ejemplo: si una mujer vivió una violación infringida por un hombre que utilizaba la colonia de Calvin Klein, quizá no recuerde el rostro de esa persona, pero sí registró como experiencia sensorial el olor de la colonia y puede que en su futuro cada vez que vuelva a oler esa colonia, su cuerpo reaccione activándose de la misma forma que sucedió en aquel momento: pánico, asco, vergüenza, sensación de estar sometida, dolor vaginal…

Uno de los objetivos de la terapia es, poco a poco, poder elaborar el contenido traumático para que no quede aislado, sino que podamos ir conectándolo, recuperando cierta memoria, creando un relato narrable, integrando todas sus emociones y sensaciones, para que no sean vulnerables a ser disparadas sin control ante los disparadores.

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